Angel Careaga Paradojas periodísticas
Andrés Gómez Vela
Estos días, centenares de periodistas se convirtieron en noticia de tapa, fabricaron realidades en un accidentado escenario de paradojas y licencias mentales; veamos algunos:
Escudo constitucional.- Parte de ese grupo de asalariados intelectuales, que se gana la vida vendiendo su fuerza de trabajo, usó como escudo la Constitución que despreció cuando nacía. Los empleadores –invisibilizados en Unitel, Red Uno y otros canales- que viven de las ideas que producen aquellos y aquellas, utilizaron como espada el documento “manchado de sangre” para defender sus “licencias”. Ayer no les servía, hoy les fue útil para decir con la más absoluta libertad que no hay libertad de expresión.
Mimados.- Desde el nacimiento de Bolivia, ningún gobierno (como el MAS) había hecho una Constitución a la medida y exigencia de los periodistas en materia de información, comunicación y libertad de expresión (artículos 106 y 107) a tal extremo de constitucionalizar sus códigos de ética, pero ningún otro había sufrido de parte de sus mimados tanto ataque y denuncias de violación a la libertad de expresión.
Defienden lo que violaron.- En octubre de 2003, un periódico (La Prensa) censuró titulares, notas y evitó la publicación de un extra que reflejaba la fuga de Goni; varios canales de Televisión (otra vez Unitel) pasaban las películas más taquilleras de Hollywood en lugar de informar acerca de la masacre de El Alto (67 muertos y casi 300 heridos). Dicho de otro modo, hace siete años mataron la libertad de expresión y el derecho a la información de todo un pueblo, hoy querían resucitarlo, defendiendo lo que no defendieron aquella vez cuando más debían hacerlo.
Empleadores.- Algunos de los sujetos que defendieron la libertad de expresión no pagan a a las AFPs, ni a los seguros de salud, ni salarios a tiempo, condenando a su “mano de obra” a condiciones infrahumanas (ni internet tienen en varios medios), donde la producción intelectual sufre inanición; pero sí han sido capaces de titular que la “democracia ha muerto” (El Diario) como si la democracia sólo fuera un verbo. Las malas condiciones de trabajo y la violación de los derechos laborales afectan la independencia del informador, lo que a su vez golpea la calidad de la noticia y viola los derechos a la información y comunicación de la gente a quienes se supone sirven.
Manipulación.- La cobertura sobre la ley de lucha contra el racismo probó la discriminación. Un centenar de propietarios, una decena de dirigentes y casi medio millar de trabajadores de medios pesaron, en el mundo mediático, más que 10 millones de bolivianos titulares del derecho a la información. Se entrevistaron, preguntaron y se titularon según sus intereses, al resto, a la mayoría, ni les preguntaron sus pensamientos, menos a las organizaciones que habían propuesto el inolvidable artículo 16; y si lo hicieron fue para completar la noticia, no para equilibrar el “titularzango” (como dirían en Riberalta). Los discriminados no entraron al teatro mediático, solo los discriminadores se lucieron hablando de la “ley mordaza”, diciendo lo que querían. Mi vecino, intrigado, me preguntó: ¿dónde está la mordaza si dicen lo que quieren?
"Pollos de granja".- A las paradojas periodísticas se suman las del gobierno. Evo Morales fue iluminado por cámaras de televisión, sobredimensionado por ondas de radio y acunado por plumas inteligentes antes de llegar al poder, ahora se ha convertido en el enemigo de los intérpretes de la realidad, a quienes llama “pollos de granja”, “bubuzelas”. No ofende, sólo da pena presenciar esta especia de parricidio.
Finalmente, una duda: ¿por qué no logró apoyó el movimiento? Una hipótesis: los periodistas han dejado de ser delegados natos de la sociedad en el ejercicio de su derecho a la información y la libertad de expresión no se resume a una página en blanco.
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