miércoles, 22 de septiembre de 2010

Kioto para muy tontos





El Protocolo de Kioto se puede ejemplarizar muy bien con el siguiente símil: es como un club de fumadores, que echa humos en sus locales y que ya en 1990, tenía un promedio de consumo de una cajetilla diaria de 20 cigarrillos; unos fumaban más o mucho más que el promedio y otros menos o mucho menos. En 1997, cuando ya estaban fumando un promedio de unos 25 cigarrillos diarios y al darse cuenta de que el club se les llena de humo, que ya no se ven unos a otros y que se empiezan a ahogar, consiguen acordar, tras largos y calurosos debates, que van a hacer un esfuerzo ímprobo, consistente en que el promedio de los miembros del club reduzca su hábito de fumar a sólo 19 cigarrillos diarios de promedio, pero eso si, dándose tiempo para abandonar ese cigarrillo, de entre viente, hasta el periodo 2008-2012.

Como pasar del promedio de 20 cigarrillos a 19 les parece ya exagerado, acuerdan varias cláusulas adicionales. Por ejemplo, los fumadores empedernidos, si disponen de dinero, pueden comprar "cuota de tabaco" a los que están por debajo del promedio. El Protocolo también prevé que los que están muy por debajo del promedio de 20 cigarrillos puedan aumentar su consumo, hasta llegar a los 19 cigarrillos. Al fin y al cabo, esto es un club de fumadores y todos deben tener los mismos derechos. E incluso da una opción para que los miembros que puedan aportar tiestos al club (denominados "sumideros" de humo del tabaco) puedan seguir fumando más de los 19 cigarrillos, porque aseguran que las plantas absorben mucho humo.

Y finalmente, todos acuerdan que aunque el compromiso sea fijar en 19 cigarrillos la cuota promedio en el 2012, las fábricas de tabaco tienen que seguir creciendo, porque, según ellos, una cosa no tiene nada que ver con la otra.

Eso es exactamente Kioto, aunque referido a las emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero a la atmosfera. Los miembros del club de fumadores son las naciones, sobre todo las industrializadas. Los tiestos son las selvas y bosques del planeta que cada país pueda decir que aporta. Los plazos y los porcentajes de ridícula reducción son exactamente los indicados.

Lo que sorprende es la ilusión que ponen algunas Organizaciones no Gubernamentales, en que se cumpla ese timorato Protocolo, se supone que con el argumento, simplista, poco consistente y nada creíble de que "más vale intentar dejar de fumar un cigarrillo de una cajetilla entera diaria, en veinte años, que seguir fumando un 3% más cada año, de esa misma cajetilla". Y sorprende que el Protocolo no hable, en absoluto, de la necesidad IMPERIOSA de cerrar las fábricas de cigarrillos, sino que siga fomentando su crecimiento; esto es, que hable de reducir los humos, pero siga obsesionado con plantar cada vez más fábricas, como si éstas no tuviesen nada que ver con aquellos.

Y para colmo, varios de los fumadores más empedernidos, los EE.UU. y Rusia, entre otros, se han negado a firmar el acuerdo de un cigarrilo menos de la cajetilla en viente años, aunque obviamente no se pueden salir del local, que es el planeta Tierra y anuncian que ellos seguirán aumentando su adicción y echando el humo a los demás.

¿Se entiende ahora mejor?

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