Mi cacto

habían pasado algunos días y por esos días ya su mirada me preguntaba, me anulaba y no me decía mas de lo que yo este dispuesto a entender, salió para encontrarse con alguien y me quede tomando algo en un café del centro, no volvió sola, traía en sus manos un tallo verde pequeño dentro de un plástico con un poco de tierra, tan natural como casi para todo solamente dijo, te compre un cacto y sin más, me lo entrego… confieso que en ese momento no pude evitar hacer un paralelo entre lo poco que sabía de esa especie de plantas y como estaba interpretando mi vida hasta entonces; pasaron los días y el poner agua en la bolsa se había convertido en algo mecánico y hasta cierto punto, en una tarea casi sin impulso ni mucho sentido, una noche comenzaba a divagar en torno a esto que hoy es tan presente y note que lo hacia con la vista fija en el tallo verdoso, entonces finalmente le pregunte: “quién eres y qué haces?”

Cacto: adj. y f. De las cactáceas o relativo a esta familia de plantas.

f. pl. bot. Familia de plantas dicotiledóneas tropicales de tallo carnoso que sirven como depósito de agua y nutrientes, con espinas en lugar de hojas y flores generalmente grandes.

Después de una definición tan simple pero no por esto poco clara y además muy correcta fue inevitable además encontrar paralelos también con ella y fue entonces que esa noche la coloque al lado de mi cama y le dije “necesitas una maceta… mañana te compro una”…

Han pasado varias semanas desde entonces, he cambiado de casa y con eso intento pensar que también he cambiado una parte de mi vida que hoy mismo no extraño, ni deseo, sin que esto signifique que me haya convertido en una nueva persona, pero si con mayor coherencia entre la persona que intento ser todos los días y la que finalmente soy al final de cada uno de ellos, esto, me revoluciona entero y mi cacto ha sido en este tiempo un silencioso testigo y compañero, fue el primero en entrar en la nueva casa y hasta ayer fue lo primero con lo que me encontraba al llegar cada noche… El primer momento fue confuso, seguramente nuestra mente es la primera que intenta fugar de la realidad cuando esta nos juega en contra, entonces la certeza de donde había dejado a mi cacto se transformo en una búsqueda torpe, pero claro, la mente también tiene esa cualidad de llevarte de a poco a tu centro y a asumir lo que es inevitable… los vientos en esta ciudad pueden tornarse en verdaderos tornados para vidas tan pequeñas y a la vista físicamente tan vulnerables y me quedo claro que mi cacto había caído cuatro pisos al techo de la casa de al lado, mi mente, una vez mas volvió al rescatarte, bloqueó impulsos autodestructivos, la culpa, la impotencia y el descontrol, decidí abstraerme, no pensar… Hoy, desperté y salí a ver del otro lado de la pared y casi no alcance a ver un pequeño resto de la maceta que había sido lo que contenía mi cacto, nada mas, el día transcurrió tan acelerado como es últimamente, tan complejo, tan el, entonces,  “tan simple pero no por esto poco clara y además muy correcta” me sugirió preguntar por mi cacto… ella, tan ella…

El amor por las cosas y por la gente hace que estos días existan, fue el amor y las ganas de tomarla en cuenta, de darle importancia a sus palabras, de acompañar a quien seguramente te acompaña lo que me hizo formular la pregunta: No sabe nada de un cacto que cayo al techo de esta casa?... y entonces… la magia… me dijo: “solo se salvo esto” y vi a mi pequeño cacto a salvo en un vaso de plástico con un poco de agua… “esa vida tan pequeña y a la vista físicamente tan vulnerable”… es difícil escribir sentimientos y mas cuando somos tan limitados con la palabra… Hoy he comprobado que las personas y la vida llegan a tu vida por algo y para algo, “tan simples pero no por esto poco claras y además muy correctas”… Espero estar siempre para vos, “tan simple pero no por esto poco claro y además muy correcto” como esta tu cacto y tu en mi vida… si, al final de este día debo confesar también que es tu cacto…