jueves, 14 de noviembre de 2013

CARTA PUBLICA A UNA AMIGA



Amiga:

Me encantaría decirte en persona lo que ahora escribo, abrazarte y decirte que todo va a estar bien y que sólo necesitas respirar…

Es increíble la cantidad de puristas que había tenido este lugar, gente que nunca miró de reojo a la pareja del vecino, gente noble que jamás transgredió el orden, que seguramente respeta la fila en el cine o el orden de llegada en una tienda de barrio, seguramente es gente que saca la basura de su casa en el horario en el que pasa el camión y espera que llegue, gente que no pagó nunca para zafar de una multa… Cuanta gente con la moral intacta que nos rodea.

Si podría hablarte intentaría sacarte una sonrisa que se vuelva carcajada, porque la vida es tan justa que siempre se encarga de mostrarte en la cara de qué calibre eres en relación a los que criticaste, porque sé positivamente que todos y cada uno de los que habitamos este lugar solamente intentamos ser felices con los recursos que nos brinda este entorno, lleno de ira, de miedo, de frustraciones, pero también lleno de riesgos que valen la pena correr y pasiones que valen la pena probar. ¿Quién  podría calificar juzgar o dar absolutos? Cuál es la diferencia entre las evidencias y los que pasan la vida haciéndola debajo de su tapete y llenándose la boca de puritanas sentencias?

Si tan solo podría encontrarte y mirarte a los ojos te daría el abrazo más grande del mundo, que alcance para que te sientas contenida, en paz y humana…

La mayor parte del tiempo nos la pasamos tratando de darle valor a las cosas y a las personas, a sus actos, a sus creencias, a sus posiciones y casi nunca nos detenemos a pensar que somos tan singulares que no podríamos tener nunca precio, ni valor, no podríamos nunca ser los buenos o los malos en constantes que otros podrían medir, al final del día somos solo nosotros quienes definimos nuestros límites, nuestros ángeles y nuestros demonios, nuestras historias. Los otros, y más los que deciden amarnos, son simples testigos incondicionales al momento de permanecer a nuestro lado o marcharse, siempre que lo que sea que definan, lo hagan en paz en relación a nuestra vida.

Si podría pasar un día entero con vos, te llevaría al lago, a la isla del sol o al valle de las ánimas, sin más interés que el de escucharte, conocerte, sentirte…

No es tiempo de resolver nada, no es tiempo de decisiones, ni siquiera es tiempo de arrepentimientos. Creo humildemente que es tiempo de vivir, vivir intensamente cada segundo, de disfrutar la intensidad de las circunstancias, de sentir plenamente la agudeza de la vida… sólo así valdrá la pena este capítulo de nuestra historia que seguramente cualquier lector estaría disfrutando. No podemos ser historias aburridas y en busca de perfección, tenemos la responsabilidad de vivir tan intensamente que la gente se incomode al estar cerca nuestro por la energía que desprendemos y que quema a los simples, que sólo se llenan de prejuicios, de formalismos o de religiones.

Por último, quiero que sepas que te llevo en mi corazón estos últimos días, a manera de protección, a manera de compañía y ten la seguridad que te llevaré en mi corazón por mucho tiempo porque eres parte de la vida que prefiero disfrutar antes que de los convencionalismos baratos.


Un abrazo y toda la fuerza del mundo.